Me asomo por la ventana. Camila se está bajando de la
bicicleta. Me cuesta hacer callar al Negro. Es muy guardián este bicho. Abro la
puerta. La chiquilina me da un beso y palmea al perro que le lame la mano y
agita la cola. La hago pasar a la cocina. Tengo un escritorio, sin embargo, la
vida de campo se desarrolla en la cocina. Deja la mochila sobre la mesa.
Mochila de la que va sacando carpetas y libros. ¿Querés tomar algo? ofrezco. ¿Un
café puede ser?, mi mamá no me deja tomar café dice riendo. Mientras el
agua hierve la observo. Alta, espigada, morocha, los ojos oscuros. Da vueltas
alrededor de la mesa. Me acuerdo de esta
casa, de la abuela dice bah, de la
tatarabuela, tenía como cien años. Noventa
y ocho aclaro yo. Nadie me creía que
tenía tatarabuela, es que se casaron todas antes de los veinte; yo, ni soñar y
de nuevo estalla en carcajadas. ¿En qué
año estás? pregunto. En tercero, el
mes que viene cumplo quince. Me
imagino que te harán una fiesta digo recordando los infinitos festejos a
los que fui invitada de sobrinas y sobrinas nietas, a la mayor parte de los
cuales no concurrí. Pesadilla. No
mueve la cabeza reforzando su dicho yo no
quiero, mamá y la abuela están enojadísimas; me quieren embutir en un traje con
volados, pero yo ni te lo sueñes, ya les dije que prefiero viajar, no sé si las
voy a convencer; para colmo soy la mayor, pobres, tenían mucha ilusión. La
mocosa me arranca una sonrisa. Yo era
como vos digo mientras pongo las tazas sobre la mesa y un plato con
galletitas. ¡Sí!, ¡ya sé!, la abuela no
para de decirlo, "¡esta salió como la Mantis!", además me parezco a
vos, ¿viste?, mis hermanas son todas rubias. ¿A qué escuela vas? pregunto. Al liceo de San Pedro. ¿Vivís allí? ¡Ni
loca!, a mí me gusta el campo; mi viejo me lleva y me trae todos los días, es
un capo. Nos ponemos manos a la obra. Magnitudes atómico-moleculares.
Munida de la tabla periódica le voy explicando los distintos conceptos: número
atómico y número de masa; número de átomos, de moléculas, de moles, número de
Avogadro. Capta al instante. Pasa de una unidad a otra como una malabarista. Tenés mucha facilidad para los números le
digo. Sí, desde chiquita admite. ¿Qué te gustaría seguir?, porque me imagino
que vas a seguir estudiando. ¡Obvio! exclama yo ama de casa no voy a ser, olvidate. ¿Alguna exacta? No, a mí me
gusta el campo, ya te dije; voy a seguir agronomía. Vaya con esta
chiquilla. Oro en polvo diría la
abuela. Porque yo, tía, quiero ser como
vos, ¿me vas a ayudar?