Me contaron que a la mañana siguiente del casamiento amanecí con fiebre. Sin memoria y con fiebre.
Busco en la enciclopedia. Mantis: Son animales solitarios excepto en la época de reproducción, cuando macho y hembra se buscan para aparearse. En la mayoría de las ocasiones, durante o tras el apareamiento, la hembra se come al macho. Lo maté pero no me lo comí, pienso.
Suerte (¿suerte?, tonterías que digo) que ya no podemos vernos. Cómo soportar tu mirada después de saber quién soy.
La abuela ocupa la mayor parte de mis pensamientos. ¿Ella también habrá conseguido borrar esa noche?, ¿o recordaría mi deshonra y mi crimen cada vez que me miraba? Quizá cortar la foto fue su manera de conjurar mi historia. Todo esto no pasó dijo. Y yo le creí. No paso nada. Nada de nada.
Cerré todas las cortinas. No sé si es de día o de noche. Como cuando me acuerdo. Duermo mucho. Dormito en realidad. Esta parte de mi historia solo la conocemos vos y yo. Y la abuela, en su tumba.
Ana me llamó para ver cómo estaba. Me comentó que le había hecho muy bien hablar conmigo. Estoy aliviada dijo cuánto que pesa un secreto.
Escucho golpes en la puerta. Me pongo la robe y me acerco. ¿Quién es? pregunto. Soy yo, abrime contesta Juani. Obedezco. Te llame mil veces y no me contestas dice, enojado. Busco el celular. Me quedé sin batería me justifico, mostrándoselo. ¿Qué hacés acá encerrada con este día de sol?, necesito hablar con vos, hay un montón de cosas que tenemos que resolver, se acerca la cosecha. De pronto parece que recién me viera. ¿Te sentís bien? pregunta suavizando el tono tenés una cara... Me duele la cabeza miento. Aunque en realidad me duele la cabeza, me duele lo que tengo adentro de la cabeza. Medias, remeras agitándose en un lavarropas. Mis pensamientos giran así, ahogándose en un agua jabonosa que no logra limpiarlos. Mantis reclama mi hermano dónde estás que no me escuchás. Me voy a acostar un rato me excuso después te llamo. Finalmente logro que se vaya. Cuando la puerta se cierra me apoyo en la pared y me voy deslizando.
Estoy sentada en el suelo. No sé hace cuánto. Te estoy viendo. Es de noche y estás saliendo de la facultad. Hace mucho frío. Garúa. No te avisé que te vendría a buscar. Te veo caminar, las manos en el bolsillo del montgomery, ensimismado. Hasta que me descubrís. Corrés hacía mí, corro hacia vos. Me levantás en el aire y me hacés girar. Una pluma, ingrávida, descubro la felicidad.
Sigo sentada en el suelo. Y la primera imagen lleva a la segunda. Yo caminando hacia vos con mi pollera roja y mis sandalias de taco. Vos caminando hacia mí, de traje y corbata. Mi cuerpo anticipándose a un abrazo que no llega. No fue felicidad pese a la descarga furibunda de adrenalina. Porque en un segundo descubrí que volverías a dolerme.
La Manchada también lo supo, pienso. Testigo involuntario. Mientras yo trataba, con todas mis fuerzas, de evitar que se metieran entre mis piernas, ella luchaba, con todas las suyas, para sacar de sí lo que ya le habían metido. Ella lo consiguió. Ahora me doy cuenta de por qué no me pude encariñar nunca con ese ternero. Blanco, para colmo. Yo ya estaba definitivamente sucia.
El intento de rescate de Juani y la depresión de La Mantis...
ResponderBorrarSuerte que están los hermanos!
BorrarPobre Mantis, no sale de su trristeza
ResponderBorrarPero es una mujer fuerte. Saldrá...
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