Desnuda como estoy llamo a la recepción. Pido una ambulancia. Urgente. Código rojo indico. Me visto como puedo y regreso a tu lado. No sé qué hacer. ¿Debo girarte o es mejor no moverte? Mi mente en blanco. ¿Tendrás prepaga?, ¿cuál?, ¿adónde llevarte? Te acaricio el cabello, te hablo al oído. Y de pronto la imagen de Magda surca mi obnubilación. Le tengo que avisar. Ella es su mujer, pienso. Busco en tu bolso la billetera. La abro. Aparece el carnet de OSDE. Un número de teléfono, por favor. Encuentro una tarjeta personal. Allí el número de tu celular y el teléfono de línea. Me acerco al teléfono. Reclamo la ambulancia. Me avisan que el SAME está en camino. Pido línea. Disco. ¿Qué decir?, ¿cómo decirlo?
Golpean la puerta. Es José que quiere saber si precisaré a la Colorada. Si no, la llevo a pastar. Le digo que no la usaré, que haga lo que le parezca. Debo haberlo dicho de mal modo porque se disculpa. Es que no puedo más. Yo también me disculpo.
Golpean la puerta. Somos del SAME. Cuelgo y abro. Irrumpen una médica y dos camilleros. Te revisan. Controlan los signos vitales. La urgencia de sus movimientos no presagia nada bueno. ¿Cómo está? me animo a preguntarle a la doctora mientras veo que te inyecta. Mal dice está mal. Te cargan en la camilla. Lo llevamos al Fernández me informan. Agarro mi celular y mi cartera y salgo tras ellos. Tras lo que ahora sos vos.
Suena el celular. Mensaje de Adriana. ¿Puedo pasar a verte? ¿Qué excusa inventar? Sabrá por Juani que estoy en casa. Que estoy bien. ¿Bien? Sí, aún respiro. Vení cuando quieras le contesto. Voy a la cocina. Verifico las existencias. Sí, hay yerba, azúcar, té, café. ¿Qué querrá? Más allá de infusiones, ¿qué querrá?
Quedó en venir en media hora. Sé que te colarás en estos treinta minutos. Imposible desterrarte. Aunque dolorosos, tus recuerdos son lo único que me queda de vos. Regresan. Por desgracia o por suerte regresan. Estoy en la ambulancia. Me dejaron subir, tuve que insistir, cómo dejarte solo. Creerán que soy tu mujer. La sirena atrona. Extraño escucharla desde adentro. Estás acostado, lleno de tubos. Trabajan sobre vos. No quiero mirar. Magda, recuerdo. Busco la tarjeta y el celular. Marco. Hola dice una voz de mujer. Te quiero avisar que Javier se descompuso, lo están llevando al Fernández. ¡¿Cómo está?! remeda mi pregunta. Mal remedo la respuesta está mal. ¿Quién sos? inquiere. Después te explico digo y corto. Mi sistema nervioso es una cristalería presa de un terremoto. Todo volando por el aire. Esto no me puede estar pasando, pienso, seguramente es una pesadilla.
Una verdadera pesadilla... Sin resuello para la Mantis.
ResponderBorrarLe tocó difícil, muy difícil...
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