miércoles, 18 de enero de 2023

53

 


¿Cuáles fueron tus últimos pensamientos?, ¿se piensa al morir? Tengo la certeza de que el último rostro que viste fue el mío. Mío el último cuerpo que tocaste, que amaste. ¿Moriste feliz?, ¿se puede morir feliz? Regresa mi culpa. ¿La vida que derramaste en mí durante treinta y seis horas te hurtó de tu propia vida? Que derroche de amor/ cuánta locura.[1] Otro muerto en mi haber. Estoy maldita. La Mantis.

Salgo del hospital. Camino por Las Heras a paso vivo. Paso que se va ralentizando. Porque no sé qué hacer. Recuerdo otra tarde. También por Las Heras. Tan confundida que no sabía si me había ido yo o me habías echado. Tan confundida que había cruzado con el semáforo en rojo. Pero ahora yo no existo para nadie. Ni para el hombre que me detuvo (¿me salvó la vida?) ni para vos. Recuerdo tu mano en mi brazo. Me arrimaste a la pared. Me abrazaste. Me besaste por primera vez en esta segunda vez. La sal de tu boca. Tu olor a lavanda. Esto no se soluciona con palabras dijiste. Quizá si nos hubiéramos limitado a las palabras aún estarías vivo. Paro un taxi.

 

Mensaje de Ana. Estuve hablando con las chicas. ¿Querés que nos reunamos mañana a la tarde en casa las cuatro? No quiero nada, pero soy yo la que revolvió el avispero. Entonces contesto que sí.

 

Estoy abriendo la puerta de casa cuando me acuerdo de tus cosas. Recuperar tus cosas. Lo único que me queda de vos. Voy al garaje y me subo al auto. Sola por fin. Apoyo la cabeza en el volante. Con tu primer abandono conocí mis lágrimas pero hasta este instante desconocía  mi capacidad de sollozar. Así permanezco hasta que el portero me golpea la ventanilla. ¿Necesita ayuda? me pregunta. Niego con la cabeza. Busco un pañuelo y pongo el auto en marcha.

 

Creo que por primera vez desde que llegué me subo al auto. Voy al pueblo. No se puede llegar con las manos vacías me enseñó la abuela. En la panadería me encuentro con mi maestra de sexto grado. Una anciana ya. Mi más sentido pésame dice mientras me oprime la mano. Porque también perdí a la abuela. Salgo con medio kilo de masas secas y aun más triste de lo que entré.

Noto al entrar que todos me miran. Me acerco a la recepción. ¿Cómo está el señor? me pregunta la chica a quien le pedí la ambulancia. Estoy a punto de mentir, sin embargo me escucho decir con una voz que es mía pero que desconozco falleció. El gesto de la chica acusa el impacto. Es muy joven, todavía no se impermeabilizó. Lo lamento mucho dice y le creo. Tal vez se plantea si su gestión fue lo suficientemente rápida. Siempre necesitamos pasar por nosotros mismos lo que acontece. ¿Egocentrismo? Pregunto si quedó alguna deuda pendiente. No, está todo pago responde tiene la habitación disponible hasta mañana a las diez, aunque si precisa más tiempo... Le agradezco, me da la llave y subo.



[1]"Derroche", canción de Alex Campos, Cantada por Ana Belén.

 

2 comentarios:

68

  La otra noche, mientras charlaba con mis hermanos, descubrí que ya no quería morirme. Porque muchas veces desde que te fuiste pensé que ...