Atónita asiento con la cabeza. Levanta la mano hacia el mozo marcando un dos con la mano. ¿Por qué te dejó? me pregunta. Solo me dijo que ya no me quería respondo. Mentira afirma con rabia en la voz nunca dejó de quererte. No creo que te lo haya dicho, es una apreciación tuya. ¿Apreciación mía?, ¿yo estoy loca o se murió en tu cama no en la mía? Yo le escribí te defiendo. Sí, pero él se pasó la vida esperando que reaparecieras, era demasiado cagón para salir a buscarte; sé que Javier muchísimas veces a lo largo de esto treinta años buscó información sobre vos, yo pronto aprendí a controlar su computadora y su teléfono, a fiscalizar las páginas que había visitado; qué boludez, me pase la vida tratando de evitar lo que yo sabía que iba a pasar y finalmente pasó; lo que sí no me podía imaginar que el reencuentro se lo iba a llevar puesto. El mozo deposita sobre la mesa los dos pocillos y una jarrita con leche fría. Se acordó comenta ella. Veinte años de profesión dice él. Yo pienso que esta escena es surrealista. Si pudieras verla, y quizá la estás viendo, no podrías dar crédito a vista y oído. Tus mujeres. Viudas.[1] Sigue. Cuando empezamos a salir hice todo lo posible por parecerme a vos; simulé que me gustaban las películas de Bergman, leía los libros que Javier me iba pasando, y además leía las críticas para saber qué comentarle; hacía méritos se encoge de hombros, amaga una sonrisa obvio que no podía alcanzar tus notas, siempre fui alumna del montón, de hecho ni me recibí; me vino bien la excusa de la maternidad, para ser sincera, nunca me gustó estudiar. Carraspea. Toma un trago de agua. Ya hablé demasiado dice luego ahora te toca a vos. ¿Esto me está pasando a mí? Seguramente estoy soñando. En instantes me despertaré sudando. Me quedo callada. ¿Qué se supone que debo compartir con ella? No necesito compartir nada con ella. Nunca necesité socializar mis sentimientos. Ante mi terco silencio pregunta ¿estás casada? Niego con la cabeza. Al menos vos no fuiste infiel acota y luego insiste ¿separada? Vuelvo a negar. Parece que Javier también fue el hombre de tu vida. Como un castillo de naipes sometido a una corriente de aire la pátina de indiferencia que había logrado construir se desmorona. Sé que estoy por llorar. Y no quiero llorar frente a ella. Estoy harta de llorar. Esta no soy yo. Me voy a ir digo. Me mira con sorpresa. No te agredí dice me lo propuse y lo cumplí. Te lo agradezco digo pero no puedo más las lágrimas comienzan a resbalar por mis mejillas. Busco dinero en mi cartera. Ella frena con la mano mi movimiento. Yo te invité. Gracias logro decir. Ya estoy parada cuando pregunta ¿te puedo llamar alguna vez? Me da tanta lástima. Solo alcanzó a contestar que sí. Huyo antes de que el llanto arrecie. Tú, no podrás faltarme cuando falte todo a mi alrededor.[2]
El frío de la calle me seca las lágrimas y las emociones. Seca. Vacía. Muerta. Paro un taxi. A Retiro indico.
[1]"Viudas", película de Marcos Carnevale (2011).
[2]"Paisaje", canción de Franco Simone que canta Vicentico.
Descubrió cuánto la quiso... Desesperante para la Mantis
ResponderBorrarY a él si no estuviera muerto habría que matarlo
ResponderBorrarMe molesta que no explote. Que exprese todo de una buena vez!
ResponderBorrarMagda o Mantis?
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