miércoles, 8 de febrero de 2023

62

 


Llego a San Pedro al anochecer. Busco el coche que dejé estacionado a unas cuadras de la terminal. Tardo en encontrarlo. Ni me fastidio. Estoy poniendo el coche en marcha cuando suena mi celular. Mensaje de Juani. ¿Puede ser que haya visto tu auto en San Pedro? No me acuerdo de la patente, estoy acá. Lo llamo. ¿Qué hacés por estos pagos? le pregunto. Vine a la cerrajería contesta ¿y vos? Después te cuento digo sin pensar en cumplirlo. Te tomo la palabra, ¿cenamos acá? propone Juani. Me doy cuenta de que no comí nada en todo el día. Sí, tengo hambre. ¿Vamos al Toto?[1] sugiero. Excelente, muero por una fugazzeta rellena, te espero allí en quince. A lo mejor sí me animo a contarle sobre vos.

Estoy como si me hubiera pasado una aplanadora por encima. Santa Lucía, San Pedro. Buenos Aires, Magda, San Pedro, Juani, Santa Lucía. Los tres lugares de mi vida. Mi hermano del alma. Tu mujer. Demasiado para un solo día. Dejo entrar al Negro que ya me tomó el tiempo y llora. Esta noche, por primera vez en su vida, dormirá en la cocina. Me echaría en el suelo a dormir con él. Estoy demolida. Física y emocionalmente. No tengo resto para abrir tu sobre. Quedará para mañana.

A pesar del agotamiento no pegué un ojo. Literalmente. Ya (¿o recién?) son las cinco. Me doy por vencida. Me pongo la robe y las pantuflas. Quizá un té me ayude. La alegría del Negro al verme entrar a la cocina me emociona. Detesto verme tan vulnerable. ¿Adónde fue a parar la Mantis? El líquido caliente  me reconforta. Sentada en la cocina, la cabeza del Negro en mi falda, abro tu sobre. Lo primero que aparece es una foto en un colectivo. ¿La habrá sacado José Manuel? Hay una fecha impresa en el recuadro blanco. Nos miramos sonriendo, con tanto amor en los ojos que parece imposible que un mes después me dijeras que ya no me querías. ¿Qué te pasó? Ninguna de tus explicaciones me alcanza..

Me sumerjo en el pasado. Entre fotos, cartas y poesías, veo salir el sol. Amanece que no es poco[2]. El Negro duerme.

Los recuerdos desbocados. La facultad, los laboratorios, el bar, los exámenes, el cine Arte, las librerías de Corrientes. Nuestras infinitas charlas. Es notable que habiendo hablado tanto nos hayamos hurtado nuestra propia historia. Un pacto tácito de dejar de lado el pasado para sumergirnos en el presente. Para soñar con un futuro compartido. Un presente que se evaporó. Un futuro que nunca fue. Las palabras de Magda devolviéndome una Elisa llena de proyectos, llena de vida. Proyectos. ¿Volveré a tener proyectos alguna vez?



[1]Restaurante de San Pedro.

[2]"Amanece que no es poco", película de José Luis Cuerda (1989)

 

2 comentarios:

68

  La otra noche, mientras charlaba con mis hermanos, descubrí que ya no quería morirme. Porque muchas veces desde que te fuiste pensé que ...