viernes, 10 de febrero de 2023

63

 


Destiné la mañana a recorrer La Victorica. De cabo a rabo diría la abuela. Increíble lo que creció en estos veinte años. Cinco casas, cada una con sus correspondientes corrales y sus gallineros. Los emprendimientos particulares. Cerdos, Ana. Un pequeño tambo, Adriana. Huerta orgánica, Marisa. Caballos de carrera, Juani. Y hectáreas y hectáreas explotadas en común. Colores, olores. Regresé plena, henchida. Orgullosa. La heladera comienza a estar llena. Me traje vegetales de la huerta. Fruta. Huevos. Hasta tuve ganas de hacerme una tortilla. La tarde se fue en llamadas y mensajes cruzados. Luego de un intenso forcejeo  se optó por Cocina Abierta 505[1]. Difícil para cinco hermanos ponerse de acuerdo. Pese a la opinión de Ana, que proponía dos autos por si alguno quería volverse antes, finalmente iremos todos en la 4x4 de Juani. La última vez que viajamos todos juntos fue en la estanciera de papá que se sumó al Rastrojero. Me estoy preparando la cena cuando mi celular vibra. Soy Camila, ¿te acordás de mi clase de química? Se había borrado de mis neuronas. Claro le miento ¿cuándo querés venir? El lunes tengo examen, me da vergüenza pedirte  pero ¿podrías el domingo?, estuve con muchas pruebas. Te espero a las once contesto mientras pienso que nunca tuve una alumna de la familia. Aunque sí. Con Juani descubrí mi vocación docente. Gracias, tía me contesta. Tía.

Día dedicado al trabajo. A la mañana tuve reunión con el contador. Gracias primero a su padre y luego a él hace décadas que venimos campeando las peripecias de invertir en la Argentina. Crisis políticas, grietas, impuestos desmedidos, créditos y sus intereses, falta de gasoil, falta de insumos importados. Inflación, inflación, inflación. Además de inundaciones y sequías. Pero la tierra es noble. Devuelve el esfuerzo y el amor vertido sobre ella. Sería injusto que me quejara. No hay que escupir al cielo diría la abuela. A la tarde me dediqué a preparar mis clases. ya las extraño. Nunca te conté cuánto disfruto al enseñar.  La energía que desprenden los jóvenes recarga la mía. Recién me duché, me vestí y hasta me pinté los labios. Juani debe de estar por llegar, soy la primera pasajera, luego buscaremos a las chicas. Estoy nerviosa. Es absurdo, pero estoy nerviosa. Mariposas en la panza diría la abuela.



[1]Restaurante tenedor libre en San Pedro.

 

6 comentarios:

68

  La otra noche, mientras charlaba con mis hermanos, descubrí que ya no quería morirme. Porque muchas veces desde que te fuiste pensé que ...