lunes, 13 de febrero de 2023

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Hace mil que no venía por aquí. Tenedor libre. No es la mejor opción para mí que soy de poco comer. Pero las mayorías deciden. Democracia. Tal vez sí fue buena decisión porque el levantarse de la mesa a cada rato para servirse no propició la conversación. Yo hace rato que me di por satisfecha. Juani sigue comiendo. Creo que probó todo. Le va a hacer mal. Como por la Mantis y por mí dijo. Mis hermanas ya fueron a atacar los postres. Ahí regresa Marisa con el plato rebosante. Las otras, cada una solo con una porción de torta, por supuesto, la cargan. Juani canturrea la osa golosa como cuando éramos chicos. Yo me reservé para lo dulce se defiende Marisa, enojada, no como otros que no dejaron títere con cabeza. Observo con sorpresa que ella también utiliza dichos de la abuela. A pesar de estar aliviada, porque temí quedar expuesta ante tantos interlocutores, siento algo parecido a la decepción. Demasiadas expectativas puestas en este encuentro. ¿Quién te entiende?, opinarías vos. La Mantis está muy callada dice Juani cruzando los cubiertos y apartando el plato. La Mantis es callada lo corrige Ana. No sé por qué me dan ganas de llorar. Ganas solamente, porque, por suerte, no lloro. Sería demasiado llorar en estas circunstancias. Sin atenuantes, pienso. Fragilidad pura. Minutos después, ante el plato ya casi vacío de Marisa, Adriana comenta ya terminamos y no charlamos nada. Vinimos a comer acota Juani de nuevo con la boca llena. No te hagas el tonto, Marisa tiene razón concuerda Ana ¿tomamos un café en Butti?[1] propone esto es un quilombo. Yo de nuevo no me entiendo porque me gustaría decir que es tarde, que estoy cansada, que tengo que madrugar, pero sé que debo aprender a resistir a los otros. A socializar. Confraternizar en este caso. Che, Mantis, te estoy hablando interrumpe mis disquisiciones Adriana ¿sos de la partida?  Parpadeo y recupero el eje. Otra no me queda, a menos que quiera regresar a La Victorica caminando contesto. No es cierto dice Juani existe un plan B: que te quedes esperando en el auto. Mis hermanas lo festejan con una carcajada. Juani pide la cuenta. Deja, yo invito le digo tocándole el brazo. De ninguna manera, dividiremos por cinco; cuentas claras conservan la amistad. Él también parodia a la abuela. Aunque hay un error: conservan la hermandad.

 

Subimos todos al auto. La decepción transformándose en inquietud. Espero no ser tema de conversación. Estoy arrepentida de haberles hablado de vos. Una suerte de culpa. Ante vos, ante mí. Yo nunca compartí intimidades. A la vejez, viruela diría la abuela.



[1]Bar tradicional de San Pedro.

 

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